¡4 emociones que pueden arruinar tus decisiones!
- 8 jun 2018
- 5 Min. de lectura

As I stand at the crossroad, I see the sun sinking low... With my cross of indecision, I can't tell which way to go...
Don’t fade away – Whitesnake
Día de elecciones – tiempo de decisiones
Mucho se ha dicho y escrito acerca del voto del miedo como estrategia electoral, utilizada para influir a los ciudadanos desde el año 1994. Veinticuatro años después, el ciudadano común y corriente debe sumar a su habitual desinformación, el enojo, la decepción, el hastío y la indignación acumulada sobre todo en este último sexenio. Para complicar aún más el ya de por sí turbio proceso de decisión, adicionalmente a esta enorme carga emocional, está el implacable bombardeo de noticias falsas que saturan las redes sociales – y la mente del elector - en la denominada guerra sucia entre candidatos y partidos que aspiran al poder. Si ustedes amigos sienten una gran ansiedad y que están hechos “bolas” ante la importante decisión que vamos a tomar, no son los únicos. Al terminar de leer este post, seguramente estarán igual – sin saber por quién votar – pero por lo menos estarán en condiciones de tomar una decisión inteligente, tanto en lo racional como en lo emocional.
Lejos de querer polemizar sobre el ambiente político a menos de un mes de las elecciones presidenciales en nuestro país, en realidad nos “subimos a la ola” – manera elegante de decir que nos colgamos de este pretexto – para abordar un proceso fascinante: la toma de decisiones.
El componente racional en la toma de decisiones
Típicamente y de manera simple, el proceso de toma de decisiones está vinculado al uso del razonamiento para elegir la mejor opción de la gama de alternativas que se nos presentan en una situación determinada.

El análisis de decisiones es un procedimiento sistemático basado en el patrón de razonamiento que todos usamos para hacer elecciones, nos dicen Charles Kepner y Benjamin Tregoe. En este patrón de razonamiento, de acuerdo con su modelo:
* Reconocemos el hecho de que debe hacerse una elección
* Consideramos los criterios específicos que deben ser satisfechos para que la elección sea exitosa
* Evaluamos las opciones para decidir cuál de ellas satisfará mejor dichos criterios
* Identificamos los riesgos que podría presentar la elección final y que podrían poner en peligro el éxito de la decisión.
La simplicidad de este patrón de razonamiento hace que podamos emplearlo muy rápido, casi inconscientemente, en prácticamente todos los ámbitos de nuestra existencia con resultados muy exitosos. Es por esto por lo que resulta particularmente asombrosa la cantidad de malas decisiones que atestiguamos en la vida de las personas y de las organizaciones.
El arte de pronosticar las emociones

Continúan Kepner y Tregoe: “todos sabemos que lo que elijamos hoy influirá en nuestras vidas de mañana. Lo que no resulta tan obvio es cómo elegir hoy, usando la información de que se dispone, para que mañana dicha elección sea considerada como excelente”(1). Al respecto, el renombrado psicólogo de Harvard, Daniel Gilbert, comenta: “generalmente no nos sentamos con una hoja de papel a enlistar lógicamente los pros y contras de los futuros eventos que estamos considerando, sino más bien los consideramos a partir de simular tales eventos en nuestra imaginación y así notar las reacciones emocionales a esa simulación"(2). Las simulaciones de estos futuros eventos requieren que nuestra imaginación represente anticipadamente a las personas, los lugares y los objetos, así como a las emociones asociadas a tales eventos. Dan Gilbert concluye: “así como nuestra imaginación pre-ve objetos, también pre-siente eventos”.
El problema reside en que nuestra capacidad de pre-sentir es más bien limitada, a diferencia de nuestra capacidad para visualizar a partir de los atributos físicos de los objetos (y las personas) en un futuro, simplemente porque nuestra simulación disparará sentimientos del aquí y del ahora a partir de las propias rarezas de nuestra imaginación y de las ilusiones de nuestros augurios, llevándonos a malinterpretar nuestros mañanas y a mal estimar nuestras satisfacciones. En otras palabras, resultaría más fácil pronosticar el clima que nuestras emociones…
Si no, ¿cuántas veces no nos hemos preguntado – después de empezar a sufrir las
consecuencias de una mala decisión – “en qué estaba pensando”? Pues es muy probable que no estuviéramos precisamente pensando, sino más bien reaccionando a una emoción, mas no actuando bajo una lógica.
El componente emocional en la toma de decisiones
La psicoterapeuta Amy Morin y autora del libro “13 Things Mentally Strong People Don’t Do”, comenta: “Ya sea que estés saliendo con una persona muy atractiva que te trata muy mal, o que estés perdiendo mucho dinero en una mala inversión, tus sentimientos pueden llevarte a extraviarte si no eres cuidadoso. Entre más intensas son las emociones, más confuso podría estar tu juicio”(3).
Morin, nos recomienda estar súper atentos a estas cuatro emociones:
1. Demasiado entusiasmo puede hacerte sobreestimar tus probabilidades de éxito.
Los casinos emplean luces brillantes y sonidos muy fuertes para entusiasmarte - y obviamente que les dejes toda tu quincena – en sus máquinas y mesas de juego. Entre más entusiasmado estés, más probable que gastes mayores cantidades de dinero, subestimando los riesgos. Ya sea que tomes un préstamo que te ofrecen como una excelente oportunidad, única e irrepetible, apostar todo tu efectivo a tu adorado equipo en la final de fútbol o invertir los ahorros de tu vida en algo que tu primo te pintó como la gran oportunidad de convertirte en millonario.
2. La ansiedad o angustia de un área de tu vida “salpica” a otras áreas.
Si estás angustiado por algo en tu vida personal – tal vez alguna preocupación relacionada a tu salud o nervioso porque estás adquiriendo una nueva casa - esta ansiedad podría fácilmente extenderse a tus decisiones de negocio también. Aun cuando las situaciones no tienen relación entre ellas, los estudios muestran que más bien se te complicará separarlas.
La ansiedad sobre un tema específico puede ser muy persistente. Cuando te sientes nervioso, puedes estar muy poco dispuesto a hacer los cambios requeridos o bien batallar para lograr tomar decisiones; como resultado, tu pensamiento tenderá a ser muy confuso.
3. Los sentimientos de tristeza pueden hacer que te estanques.
Las investigaciones muestran que las personas tendemos a establecer metas más bajas cuando nos sentimos tristes. En un estudio los investigadores pidieron a los participantes vender varios objetos. Aquéllos que se sintieron tristes, fijaron sus precios por debajo de los precios que fijaron los otros participantes. Los investigadores identificaron que la tristeza de los participantes les llevó a establecer una meta baja, con poco desafío, esperando que lograr el objetivo les ayudara a mejorar su estado de ánimo.
Tener bajas expectativas para uno mismo puede impedir que alcancemos nuestro más grande potencial. Podrías incluso decidir no concursar para una promoción, o no negociar lo que tú quieres, simplemente porque te sientes mal.
4. El enojo y la humillación pueden conducir a apuestas muy arriesgadas.

Las emociones intensas pueden llevarte a tomar decisiones impulsivas, y el enojo y la humillación pueden hacerte particularmente vulnerable a elecciones de alto riesgo – baja recompensa. Los investigadores sostienen que las decisiones incómodas alteran las habilidades de auto-regulación.
Desde luego, cuando realmente desbordas emocionalidad, tus riesgos pueden llegar a ser autodestructivos y si esos grandes riesgos no te dan la recompensa esperada, tu ira y el sentimiento de humillación tenderán a intensificarse.
Balance entre la emoción y la lógica
Las emociones ciertamente juegan un importante papel en el proceso de toma de decisiones. La ansiedad, por ejemplo, puede llevarte a tomar una decisión pobre, mientras que el aburrimiento puede encender la chispa que te llevará a seguir tu pasión.
Para hacer elecciones balanceadas, el primer paso es reconocer tus emociones. Pon atención a cómo te estás sintiendo y reconoce cómo esas emociones pueden estar distorsionando tu razonamiento e influyendo en tu comportamiento. El siguiente paso es aumentar tu lógica y reducir tu reactividad emocional, enlistando los pros y cons de cualquier difícil decisión. Ver los hechos en blanco y negro puede ayudarte a pensar racionalmente acerca de tus opciones y evitar que las emociones te impidan obtener lo mejor de ti.
Para saber más:
1 Kepner, Charles H., Tregoe, Benjamin B. (1981) “El nuevo directivo racional” McGraw-Hill
2 Gilbert, Daniel (2006) “Stumbling on Happiness” Vintage
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